Debemos proteger la piel de los más pequeños pero sin olvidarnos también de los adultos.
Durante estos meses de calor en los que pasamos largas estancias bajo el sol en la playa o la piscina, incluso durante largas caminatas, nuestra piel queda expuesta bajo los rayos del sol. La exposición excesiva es un peligro para nuestra salud, y mucho más para los más pequeños de la familia. La piel de los niños es más fina que la del adulto, por lo tanto, el índice de probabilidad de quemaduras solares en menores es mucho más alto. Además, las quemaduras durante la infancia multiplican por dos el riesgo de melanoma al llegar a edad adulta.
A continuación, os dejamos algunos consejos para proteger la piel de los más pequeños durante el verano:
Horas prohibidas
En verano es una irresponsabilidad exponer al sol a los pequeños entre las 12 y las 16h (aunque las playas y piscinas están llenas de pequeños en estas horas peligrosas). En los menores de más corta edad es recomendable el uso de gorros, gafas de sol homologadas y ropa con filtro solar.
Bebés
No hay ninguna necesidad de llevar los lactantes a la playa y jamás deben exponerse directamente a la luz directa de los rayos de sol. La piel durante esa edad es todavía inmadura y las cremas solares no son nada recomendables. Aunque los pongas bajo la sombrilla, el calor que se concentra en la arena y el reflejo del sol podría quemar su delicada piel.
Los protectores solares suelen tener una vida útil de 12 meses.
Protector solar
Los pequeños de la familia acostumbran a pasar mucho rato dentro del agua, es conveniente, utilizar un protector resistente al agua. Las cremas resistentes al agua es recomendable, para garantizar su eficacia, renovarlas tras el baño. Si les pones crema solar espesa hay que renovarla cada dos horas como mínimo, en dos horas se pierde el 80% de su capacidad de protección.
Por último, si te decantas por protectores solares en spray o con textura más ligera, es recomendable su renovación con más frecuencia.
Zonas sensibles
La cara, hombros, escote, manos y espalda son zonas sensibles en las que hay que extremar la precaución. También los labios hay que protegerlos aunque con barras fotoprotectoras específicas. Mención especial merece el empeine y las palmas de las manos, lugares donde no solemos poner crema y son zonas de riesgo de quemaduras. El cuero cabelludo es el gran olvidado, tiene protección natural pero en los pequeños el pelo es fino y el sol puede atravesar el cuero cabelludo, por tanto, recurramos a sombreros, gorros, etc…
Hemos de proteger la piel de los más pequeños siempre que vayan a estar expuestos bajo los rayos solares.