El origen de esta infusión lo encontramos en Birmania e India, si bien donde más rápida y extensamente se popularizó fue en China.
El té es la infusión de las hojas tiernas y las yemas de diversas plantas del género de las Camelia. Estas plantas crecen en zonas cálidas y húmedas: su temperatura más favorable oscila entre los 10 y los 30ºC. Cuanto más alta está situada en tierra de cultivo, más intenso es el aroma y sabor del té.
Esta infusión apenas aporta calorías y sí muchos beneficios para el cuerpo y la mente.
Existen diferentes tipos de té, cada uno con un sabor peculiar y con unas propiedades diferentes. Es un potente antioxidante y nos ayuda a disminuir el colesterol «malo» y a reducir la grasa corporal, entre otras propiedades. El tipo de infusión depende del tratamiento al que hayan sido sometidas las hojas recolectadas.
Té blanco: antioxidante.
Este tipo se produce, básicamente, en China y Sri Lanka. En la recolección, se cogen las yemas de las hojas antes de que se abran y se dejan marchitar. De esta manera se evapora la humedad natural y se puede proceder a la desecación. La pronta recolección de las yemas hace de este té un potente antioxidante.
Té negro: excitante.
La fermentación de los polifenoles le confieren altas propiedades aromáticas. Es un gran protector del sistema cardiovascular y previene la caries dental. Destaca su contenido en teína, que hace de esta hierba una bebida estimulante.
El té se ha convertido en la segunda bebida más consumida después del agua.
Té verde contra los tumores.
El tiempo de reposo de la infusión verde debe ser de unos dos minutos aproximadamente.
Té rojo para tu silueta.
El rojo pasa por una fermentación doble. Durante el proceso se elimina gran parte de la cafeína contenida en las hojas, por lo que esta variante es menos excitante. La infusión roja ayuda a digerir los alimentos, interviene en la absorción y metabolismo de las grasas y además mejora la circulación sanguínea. Por tanto, un excelente aliado de las dietas hipocalóricas.