Prevención

Prevención: la mejor defensa a prueba de guarderías

Durante los primeros años de vida, es frecuente que los niños estén resfriados a menudo. ¿Cómo se puede prevenir que no se contagien tan fácilmente?





Prevención: la mejor defensa a prueba de guarderías.

El resfriado común, también conocido como rinofaringitis, es una enfermedad muy común durante los primeros años de vida. Durante esta etapa, es normal que los niños contraigan entre 12 y 6 resfriados al año. Especialmente, si acuden regularmente a una guardería. En esos centros educativos, los niños conviven durante muchas horas seguidas, y es

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realmente fácil que se transmitan los resfriados entre ellos, dado que conviven en un espacio cerrado y comparten  material, entre otras circunstancias que facilitan que se propaguen los virus. A esta situación se le conoce como el síndrome de las guarderías. Frente a un caso de resfriado infantil, lo ideal sería poder aislar al pequeño enfermo, pero en las guarderías se produce habitualmente el fenómeno contrario: la mayoría de padres no pueden faltar al trabajo más de uno o dos días seguidos, lo cual hace que niños con procesos catarrales infecciosos en plena actividad convivan en la guardería con otros niños sanos, a los que pueden contagiar fácilmente. El sistema inmunológico es el encargado de proteger al organismo contra las afecciones externas.

En los niños, este es más débil que en los adultos, lo cual favorece los contagios y hace que proliferen este tipo de infecciones. Sin embargo, existen una serie de indicaciones y costumbres que pueden ayudar a que los niños no se contagien tan fácilmente y que su sistema inmunológico esté preparado para enfrentarse a virus, bacterias y hongos.

- La leche materna:

Los bebés reciben células inmunitarias directamente de su madre cuando se amamantan. La leche materna contiene más de 700 tipos de bacterias beneficiosas diferentes, que hacen que un bebé amamantado con ella esté protegido frente a infecciones agudas y enfermedades autoinmunes.




Se recomienda mantener la lactancia en exclusiva hasta los 6 meses, momento en el que se comienzan a introducir otro tipo de alimentos, y que se consuma leche materna hasta los dos años. La leche de fórmula no es tan beneficiosa como la leche humana: aunque su composición trata de acercarse a ella, la leche humana es un alimento único, y gracias al gran número de bacterias y microorganismos que contiene. Sin embargo, las leches artificiales constituyen una buena alternativa para aquellas madres que no pueden o no desean amamantar a su bebé: aunque no puedan imitar todos sus beneficios, estas leches aseguran que todas las necesidades nutricionales están cubiertas.

- Una dieta equilibrada y variada:

Es fundamental que los niños mantengan una dieta saludable una vez dejen de consumir leche materna en exclusiva. Si no se alimentan de forma correcta, su sistema inmunitario funcionará deficitariamente y  será más propenso a contraer enfermedades. Esta dieta debe ser rica en nutrientes variados, como los carbohidratos, las proteínas, las vitaminas A y E, minerales y grasas como el ácido graso omega-3 y el omega-6. También deben consumir agua a diario, en cantidades que dependerán de la edad del pequeño.

- Alimentos funcionales:

Los niños pueden verse beneficiados por el efecto de complementos como los probióticos, que favorecen el crecimiento de microorganismos beneficiosos. Se recomienda consumir yogures o preparaciones farmacéuticas de forma regular, así como fibra prebiótica, para favorecer el desarrollo de las bacterias beneficiosas. La fibra prebiótica se encuentra de manera natural en alimentos como el plátano, el trigo integral, el ajo y la cebolla.

- Prohibido fumar en su entorno:

Debe evitarse que los niños estén expuestos al humo del tabaco de forma pasiva, evitando fumar en su presencia y en las habitaciones donde residan.

- Actividad física adecuada:

Los niños deben moverse y hacer deporte desde que son pequeños: jugar, correr y disfrutar les ayudará a fortalecer sus defensas y a eliminar toxinas.

- Buenos hábitos:

Desde pequeños, los niños deben acostumbrarse a lavarse las manos cuando estén sucias y en ciertas circunstancias, como antes de comer, después de ir al baño o después de jugar en el suelo.

- No exponer a los niños a ambientes donde haya virus:

Los adultos deben vigilar que los niños no estén expuestos a sitios donde proliferan los virus y mantener unas estrictas normas de higiene en el caso de que haya un resfriado en el hogar, para evitar que el niño pueda contagiarse.

- Un descanso adecuado:

Los niños deben dormir más horas que un adulto al día. Si están cansados y necesitan una siesta, se les debe permitir descansar.

- La miel:

La miel ayuda a descongestionar los bronquios y los pulmones, suaviza la garganta y tiene efectos bactericidas y desinfectantes. Los niños pueden consumirla a partir del primer año, y puede introducirse en la dieta fácilmente, sustituyendo al azúcar.

Otro de los temas más padecen los más pequeños de la casa son los terrores nocturnos y pesadillas.



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