Chernóbil, 30 años después

Citar Chernóbil es sinónimo de desolación, desgarro e impotencia.

Hoy 26 de abril del 2016 se cumplen 30 años del peor accidente nuclear de la historia, según la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, sin duda Chernóbil  quedará en nuestra memoria por siempre, ese día el infierno se hizo visible en la tierra.




El sábado 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin se llevaba a cabo una prueba, pero un aumento súbito de potencia en el reactor 4 de esta central, produjo el sobre calentamiento del núcleo del reactor nuclear, lo que desencadenó una explosión y la mayor liberación de materiales tóxicos y radiactivos de la historia de la Humanidad (se estimó que dicha liberación fue 500 veces superior a la bomba atómica de Hiroshima).

En un principio, Rusia no dio señal de alarma más allá de la zona afectada, pero fueron unos investigadores suecos que trabajaban en la central de Forsmark, los que encontraron partículas radioactivas a más de 1100 km de Chernóbil  los que dieron la señal de alarma al mundo. Tras 30 años de la catástrofe de Chernóbil los números y las fotos de aquellos días todavía nos ponen la piel de gallina y hacen aflorar en nosotros el sentimiento más desgarrador ante desgracia de tal magnitud.




Se detectó radiación leve en trece países de Europa, 31 muertos resultantes dentro de la central nuclear, se evacuaron 400.000 personas (aunque en un principio Rusia solo evacuó a 135.000), 700.000 civiles fueron llamados en los trabajos de descontaminación y contención (conocidos como liquidadores), 5.000.000 millones de personas vivieron en áreas contaminadas y 400.000 en zonas con alto índice de contaminación, se evacuó un área con un radio de 30 km conocido como área de exclusión o zona de alineación (vigente en la actualidad, aunque 156 personas se negaron a abandonar sus casas y algunas de ellas todavía permanecen en sus hogares), la localidad de Prípyat con 50.000 habitantes fue la más afectada pues se encontraba a tan solo 3 km de la central nuclear.
Los bailes de cifras en cuanto a las terribles consecuencias de la catástrofe en el ser humano y el desastre medioambiental todavía son una incógnita, puesto que fueron miles las mutilaciones y las mutaciones genéticas derivadas de la radiación.

La zona afectada en mayor o menor medida alcanzó más de 160.000 km2 comprendiendo Bielorrusia, Ucrania y Rusia. En áreas afectadas de Bielorrusia UNICEF determinó que había habido tras el accidente un aumento del 40% de cáncer de tiroides, los trastornos en los órganos digestivos aumentaron un 28%, los problemas en diferentes órganos afectaron a un 43% de la población, entre otros.

En Ucrania, Greenpeace pidió un informe en 2006 en él se afirmaba que 2.400.000 ucranianos sufren problemas de salud causados a raíz de la desgracia de Chernóbil, de los cuales 428.000 son niños que «han heredado» las consecuencias, también se estimó que 270.000 personas padecieron cáncer atribuido a la alta radiación ( de los cuales 93.000 se diagnosticaron al poco tiempo de la catástrofe) y las cataratas en los ojos aumentó también de forma alarmante entre la población.

El problema de la radiación y sus terribles consecuencias afecta a generaciones posteriores, puestos que, los niveles más altos de radiación se hayan en la superficie del suelo lo que lo introduce indirectamente en la cadena alimenticia y, en las zonas de pastoreo  las vacas fueron comiendo hierbas afectadas con estroncio-90 y cesio -137, consecuentemente, la leche extraída estaba contaminada, de ahí que los menores hayan sido uno de los núcleos más afectados a través de los años, incluso semanas atrás todavía se ha encontrado leche contaminada en zonas cercanas a Chernóbil. Otro problema derivado del terrible accidente nuclear fueron los problemas mentales y psicológicos debidos a la reubicación de los damnificados, la pérdida de estabilidad… todo ello sumado a la desinformación produjo en los liquidadores un 20% de suicidio entre sus filas y miles de suicidios entre los afectados.




El área de exclusión sigue totalmente abandonado por el ser humano, sigue sin ser considerado zona habitable siendo los animales salvajes y la vegetación los únicos que se atreven a vivir en lo que un día fue el infierno.

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