El boniato es un tubérculo de forma alargada que puede llegar a medir hasta 30 cm. Se presenta en una serie de colores que pueden variar desde el amarillo al rojo, incluso violeta o morado. Su sabor dulce resulta original para dar un toque especial a muchos platos. Es originario de América donde se lo conoce como «batata«. Muchas veces se confunde con otros tipos de tubérculos, tales como el ñame.
El boniato no solo se puede comer asado sino que lo podemos introducir en nuestra dieta en ensaladas, pasteles, puré, etc…
El boniato está compuesto principalmente por hidratos de carbono. Las variedades de colores más intensos y cercanos al rojo ofrecen una mayor cantidad de betacarotenos (provitamina A, muy favorable para la vista y de gran ayuda ante ciertos tipos de cáncer) que las variedades más pálidas o de color más blanduzco.
Gracias a su composición nutricional, el boniato ayuda a prevenir el cáncer de estómago, ciertas enfermedades del hígado e incluso puede favorecer el retraso de los signos de envejecimiento. También tiene otras propiedades funcionales, que contribuyen en la prevención de enfermedades cardíacas y vasculares. Su alto contenido en en fibra vegetal lo convierte en un buen aliado de las dietas de adelgazamiento, gracias a la sensación de saciedad que produce. Su contenido en betacaroteno, vitaminas y minerales es superior al de la mayoría de tubérculos. Suele considerarse como un importante suplemento energético natural para los niños y las personas con problemas de desnutrición, gracias a sus valores alimentarios.
El creciente interés por la alimentación sana ha intensificado el consumo de boniato en todo el mundo.
Puede durar entre una semana y diez días en lugar seco, ventilado y fresco. Una vez cocido, se mantiene en la nevera durante siete días. No es recomendable guardarlos crudos en la nevera, pues pierden parte de sus cualidades.
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