El pueblo de la bodega infinita: Explorando las 1000 bodegas de Fermoselle

El pueblo de la bodega infinita: Explorando las 1000 bodegas de Fermoselle

Fermoselle es un pequeño pueblo situado en la provincia de Zamora, al noroeste de España. Con apenas 1300 habitantes, este pintoresco pueblo se ha ganado el apodo de «el pueblo de las 1001 bodegas» debido a la gran cantidad de bodegas subterráneas excavadas en la roca que se encuentran en la localidad.

Se cree que la tradición vinícola en Fermoselle se remonta a la época de los romanos, que introdujeron el cultivo de la vid en la región. Sin embargo, no fue hasta la Edad Media cuando la producción de vino experimentó un gran auge, convirtiéndose en una de las principales actividades económicas de la zona. Los vinos de la comarca de Fermoselle alcanzaron tal fama que eran exportados a otras regiones de España y también a Francia e Inglaterra.

Con el paso del tiempo, los viticultores de la zona fueron excavando bodegas subterráneas en la roca arenisca para conservar y añejar los vinos. Esas bodegas, que llegan a alcanzar grandes dimensiones formando auténticos laberintos bajo el subsuelo, permitían mantener una temperatura y humedad constantes ideales para la crianza del vino. Se estima que en la actualidad existen alrededor de 1000 bodegas en Fermoselle, muchas de las cuales están todavía en uso por bodegas familiares de la zona.

Historia del vino en Fermoselle

La historia del vino en Fermoselle se remonta a la época romana, cuando los romanos introdujeron las técnicas de cultivo de la vid y la elaboración del vino en la región. Los orígenes se encuentran en el siglo I a.C., cuando Fermoselle formaba parte de la provincia romana de Hispania Tarraconensis.

Los romanos impulsaron el cultivo de variedades de uva como la Graciano, Juan García y Tempranillo. Bajo el dominio romano, la producción y comercio del vino creció en importancia económica en Fermoselle. En el siglo II, se han encontrado restos de una villa romana con un lagar, lo que evidencia la relevancia de la viticultura en esa época.

Durante la Edad Media, los monjes de los monasterios continuaron desarrollando la producción vinícola en la zona, aprovechando los conocimientos y técnicas heredadas de los romanos. Los viñedos de Fermoselle abastecían de vino a poblaciones cercanas.

Ya en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, los vinos de Fermoselle adquirieron gran prestigio y se comercializaban en distintos puntos de España. En el siglo XVIII, con la dinastía Borbónica, las exportaciones de vino fermosellano se incrementaron notablemente, especialmente a Francia.

A lo largo de los siglos XIX y XX, la filoxera causó graves daños a los viñedos, que tuvieron que ser replantados injertando las vides europeas sobre patrones americanos resistentes. Pese a estos contratiempos, el sector vitivinícola de Fermoselle logró recuperarse y en la actualidad produce vinos de alta calidad reconocidos a nivel nacional e internacional.

Las bodegas de Fermoselle

Fermoselle es conocido como el pueblo de las 1001 bodegas debido a la gran cantidad de bodegas subterráneas que se encuentran excavadas en la ladera del monte que bordea la localidad. Se estima que existen entre 300 y 500 bodegas, aunque nadie sabe el número exacto.

Las bodegas de Fermoselle son construcciones subterráneas excavadas en la roca granítica. Tienen forma de cueva con bóveda de cañón y suelen tener entre 50 y 150 metros cuadrados. Se acceden por una puerta desde el exterior y cuentan con varias estancias comunicadas entre sí por arcos y columnas de granito.

La antigüedad de las bodegas se remonta a la Edad Media, cuando los monjes del cercano Monasterio de Santa Maria de Ferreira comenzaron a elaborar vino. Las bodegas fueron ampliándose y remodelándose a lo largo de los siglos, alcanzando su máximo esplendor en los siglos XVIII y XIX. Las más antiguas conservan arcos y columnas con capiteles románicos del siglo XII.

Las bodegas no solo se usaban para la crianza del vino, también para otros usos como refugio de personas y animales. Esta versatilidad permitió su conservación a lo largo del tiempo. Hoy en día, muchas se siguen utilizando para la elaboración tradicional del vino, mientras que otras albergan restaurantes, alojamientos turísticos o se han convertido en espacios culturales.

Variedades de uva y vinos

Fermoselle es conocido por sus tintos con cuerpo y acidez equilibrada elaborados con uvas autóctonas. Las principales variedades son:

Mencía

La Mencía es la variedad de uva tinta más emblemática de la región. Produce vinos con aroma afrutados, equilibrados y elegantes. Se adapta bien al suelo pedregoso y clima continental de Fermoselle.

Garnacha Tintorera

También llamada Alicante Bouschet, esta uva produce vinos de color intenso, cuerpo medio y ricos en taninos. Aporta mayor concentración de color y alcohol a los vinos de la zona.

Tempranillo

Aunque no es autóctona, la Tempranillo se cultiva ampliamente en Fermoselle. Da lugar a tintos con buena acidez, taninos sedosos y notas a cereza. Se mezcla con Mencía y Garnacha Tintorera.

Juan García

Variedad minoritaria de alta calidad que está resurgiendo en la zona. Produce vinos frescos y afrutados, con buen equilibrio y untuosidad.

Proceso de elaboración

Fermoselle es conocida por sus métodos tradicionales de elaboración del vino, que han permanecido prácticamente inalterados durante siglos. Las uvas se pisan en lagares de granito para extraer el mosto. Luego el mosto fermenta en toneles de madera de roble o castaño.

Los equipos que se utilizan son principalmente manuales, como prensas de madera, bombas manuales, entre otros. Esto aporta un gran trabajo artesanal a la elaboración.

Tras la fermentación, los vinos tintos suelen criarse en barricas de roble durante un periodo que va de los 6 meses a los 2 años, dependiendo del tipo de vino. Los blancos y rosados se suelen consumir más jóvenes, sin envejecimiento en barrica.

El envejecimiento en barricas de roble aporta notas a vainilla, especias, cacao. Mientras que el uso de toneles de castaño es más habitual en vinos blancos y rosados, aportando menos presencia de madera.

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Gastronomía

Fermoselle es conocida por su excelente gastronomía local que hace un maridaje perfecto con los vinos de la zona. Los platos típicos incluyen:

– El famoso cochinillo asado. La carne de cerdo asada lentamente es una especialidad local. El cochinillo crujiente por fuera y jugoso por dentro se marida idealmente con los tintos de la denominación de origen Arribes.

– El hornazo, una empanada de cerdo, chorizo y huevo cocido. Este plato contundente y sabroso combina a la perfección con los blancos frescos de Fermoselle.

– La chanfaina, un estofado de vísceras de cordero con tomate, cebolla, pimentón y laurel. Los tintos con cuerpo y taninos suaves realzan los sabores de este tradicional guiso.

– Quesos de oveja y cabra. Los quesos locales son el complemento perfecto para los vinos tintos jóvenes y rosados.

En resumen, la cocina de Fermoselle ofrece una amplia variedad de sabores que resaltan las cualidades de los vinos locales, ofreciendo experiencias gastronómicas únicas.

Enoturismo

El enoturismo es una gran atracción de Fermoselle, con numerosas opciones para visitar bodegas y catar sus excelentes vinos.

Hay rutas organizadas en bicicleta o caminando entre viñedos y bodegas, donde se puede ver el proceso de elaboración y degustar vinos directamente de la barrica. Empresas locales ofrecen estos tours personalizados.

Otra opción es visitar bodegas por tu cuenta y pedir una cata. Muchas bodegas tienen salas habilitadas para recibir enoturistas y hacer catas comentadas por sus enólogos. Es ideal llamar antes para reservar la visita.

Los fines de semana se pueden encontrar mercados y ferias del vino en la plaza central del pueblo, con puestos de las distintas bodegas. Es una buena oportunidad para probar varios vinos y comprar botellas a buen precio.

También hay restaurantes y bares que ofrecen maridaje de platos típicos con vinos de Fermoselle. Así se puede disfrutar de la rica gastronomía local acompañada de excelentes caldos de la zona.

Sin duda, para los amantes del vino Fermoselle es un destino enoturístico de primer nivel que no te puedes perder. Sus bodegas te esperan para brindarte toda su hospitalidad.

Eventos

Fermoselle es conocido por sus numerosos eventos y fiestas relacionadas con el vino a lo largo del año. Estos eventos atraen a miles de visitantes cada año, lo que contribuye a la economía local y promueve el enoturismo en la región.

La fiesta más importante es la Fiesta de la Vendimia, que se celebra a finales de septiembre cuando termina la cosecha de la uva. Esta gran fiesta popular incluye desfiles, fuegos artificiales, conciertos, competiciones de pinchos y por supuesto, degustación de vinos locales.

Otro evento destacado es la Feria del Vino y Queso que tiene lugar en primavera. Durante este fin de semana, las bodegas abren sus puertas para catas gratuitas y venta directa de vinos. También hay puestos de quesos artesanos para maridar.

Además, en agosto se celebran las Jornadas Medievales donde el pueblo se viste de época y se recrean antiguas tradiciones vinícolas. No faltan pasacalles, teatro, danzas y por supuesto, vino medieval en las tabernas.

Durante todo el año, las bodegas y el ayuntamiento organizan visitas guiadas, catas comentadas, talleres de iniciación a la cata, maridajes con productos locales y otras actividades enoturísticas. Sin duda Fermoselle es un destino ideal para los amantes del vino.

Importancia económica

El sector vinícola tiene una gran importancia económica para Fermoselle y sus alrededores. Debido a la larga tradición vinícola de la zona, la economía local depende en gran medida de la producción y comercialización del vino.

Impacto del sector vinícola en la economía local

La producción de uva y elaboración de vino emplea a una parte considerable de la población activa de Fermoselle. Los viñedos requieren de personal para las labores del campo a lo largo del año, desde la poda hasta la vendimia. Las bodegas también generan puestos de trabajo tanto en la elaboración como en tareas administrativas y comerciales.

El enoturismo que atrae Fermoselle gracias a sus bodegas supone otra fuente de ingresos a través de las visitas, catas, alojamientos, restaurantes y otros servicios vinculados. Los eventos relacionados con el vino como la Fiesta de la Vendimia también dinamizan la economía local de forma estacional.

La venta y exportación de los vinos producidos en las bodegas de la zona inyecta capital en la economía de Fermoselle y sus alrededores. El prestigio alcanzado por sus caldos ha permitido acceder a nuevos mercados nacionales e internacionales. En definitiva, el sector vinícola es un motor económico clave para esta región vinícola.

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