En una sociedad que pasa más horas en un gimnasio que cuidando de sus hij@s y de sus mayores, suele ocurrir en muchas ocasiones, nuestros ancianos acaban sus últimos días solos con la única compañía de la televisión o la radio. El Cohousing es la solución preferida y la que mejor se adapta a nuestros mayores.
El actual ritmo de vida unido al cambio de prioridades de una sociedad cada vez más exenta de sensibilidad, hace que algunos de nuestros mayores acaben en residencias o geriátricos en contra de su voluntad.
Desde hace unos años está triunfando otro modelo de vida para la vejez activa: el «Cohousing» (terminología inglesa). Consiste en un conjunto de viviendas colaborativas en las que se combinan zonas privadas con zonas comunes. Este tipo de vivienda ha encontrado muchos adeptos entre aquellas personas de entre 50 y 70 años que continúan con un ritmo de vida activo y no están dispuestos a abandonar su vida activa en cualquier residencia.
El fenómeno del Cohousing tiene su origen en Dinamarca en los años 60, y poco a poco se fue introduciendo en otros países en la década de los 80. En la actualidad este modelo de covivienda está consolidado en países como Suecia, Estados Unidos o Canadá. En España también está reuniendo adeptos y en Santa Oliva (El Vendrell) desde hace quince años funciona lo que se conoce, en la actualidad, como La Muralleta, aunque ya existen otros Cohousing en otras zonas de nuestra geografía como en las provincias de Madrid o Barcelona.
El Cohousing facilita el contacto social y promueve la colaboración entre vecinos.
Una de las características del cohousing es tener un entorno apto para pasear sin barreras arquitectónicas.
Esta legislatura, se deben realizar tres reformas imprescindibles para clarificar el futuro, una de ellas, sin lugar a dudas deberá ser una profunda reforma del sistema de pensiones, ya que, la situación actual ha obligado al Gobierno de España tirár de la «hucha de pensiones» precisamente para poder sacar adelante al país.
Esta comunidad de convivienda está compuesta por pisos o casas de ámbito privado pero que a su vez comparten servicios como cocina, comedor, sala de música, salas diáfanas, zonas verdes, gimnasio, piscina, lavandería, zonas recreativas e incluso, zonas adaptadas para disfrute de los más pequeños (este modelo en otros países también es muy conocido entre la juventud). Aquellas personas que acceden a una vivienda de estas características deben cumplir unos requisitos para el buen funcionamiento de esta comunidad o pueblo. Han de mantener un gran sentido comunitario, ayudar a evitar el aislamiento de aquellos «vecinos» que viven solos motivándolos a que participen de manera activa en todas las actividades que se realizan, respeto por el resto de la comunidad y su intimidad, realizar un consumo energético saludable respetando y comprometido con el medio ambiente, entre otras.
